GRANDES SEÑORIOS AMAZÓNICOS

GRANDES SEÑORIOS AMAZÓNICOS

Durante la colonización de América, cada nueva región conquistada tenía a sus cronistas, sean estos historiadores de oficio de la Corona, o los conquistadores relatando sus hazañas y fracasos, o bien religiosos informando al superior de la Orden. Cada región recién descubierta por los esclavistas españoles, era llevada a las letras y a los mapas. El avance organizado de la maquinaria colonial representaba fijar con crónicas de los protagonistas y testigos, cada paso dado en pos de conquistar una nueva provincia de indios.  Gracias a esta dinámica de registro histórico, hoy podemos ver aquel paisaje desde la óptica de los invasores. No hace falta intentar leer entre líneas, porque los textos son claros al referirse a la gente, sus moradas y alimentos.

En la misma América, cuyos términos por todas partes se saben, no se sabe la mayor parte de ella, que es lo que cae entre el Pirú y Brasil, y hay diversas opiniones de unos que dicen que toda es tierra anegadiza, llena de lagunas y pantanos, y de otros que afirman haber allí grandes y floridos reinos, y fabrican allí  el Paitití y el Dorado y los Césares, y dicen haber cosas maravillosas… Agora últimamente, por cartas de los nuestros que andan en Santa Cruz de la Sierra, se tiene por relación fresca que se van descubriendo grandes provincias y poblaciones en aquellas partes que caen entre el Pirú y Brasil. (Acosta, 1940:131 – 132)
 
El pretendido primitivismo de las culturas tropicales ha llevado a ignorar las crónicas que contradicen esta imagen o incluso a calificarlas de fantasiosas. Numerosos relatos sobre el trópico húmedo o tierras bajas han sido ignorados o atribuidos a la mente calenturienta de unos soldados enfebrecidos por el sueño del oro. ¿Porqué unas crónicas merecen más crédito, mientras que otras son tildadas como poco objetivas?

Sobre el Amazonas, podemos estimar si eran o no “culturas primitivas” - al observar las imágenes que impresionan al primer cronista de esta región de ríos, bosques y llanos.
 
Así como las costas centroamericanas tienen como cronistas a Oviedo, Vespucio o Acosta; el río Amazonas y sus poblados, fueron descritos por Gaspar de Carvajal. Llegó en 1536 al Perú, cuatro años después de la caída de Atahualpa. En 1541 descendió desde Quito como capellán de una expedición al Dorado, al mando de  Gonzalo Pizarro. Luego de separase en busca de alimentos, bajo las ordenes de Francisco de Orellana y  siguiendo el caudaloso río Amazonas llegaría hasta el Atlántico. Gaspar de Carvajal relata, (desde el Río Negro en adelante):
 
“Pasamos adelante y siempre por poblado y una mañana, a hora de las ocho, vimos sobre y un alto una hermosa población, que al parecer debía ser cabeza de un gran señorío…, en doblando una punta que el río hacía, vimos la costa adelante muchos y muy grandes pueblos que estaban blanqueando,… no discrepaba un pueblo de otro distancia de media legua y menos…. Y aún más digo, que la tierra adentro, a dos leguas y más y menos parecían muy grandes ciudades que estaban blanqueando”,  “Quiero que sepan que toda la gente que en este río hemos pasado… es de buena razón e muy vivos e ingeniosos; porque parece ansí por todas las obras que hacen, ansí de bultos como debujos y pinturas de todas colores, muy buenas, que es cosa maravillosa de ver (Séjourne, 1994:118-119) (Carvajal, Gaspar. “Relación del nuevo descubrimiento del famoso río grande de las Amazonas” Pgs. 87, 91, 100 y 118)
 
La Relación de Carvajal menciona el maíz desde el territorio de los Machipero, al parecer ubicado por la desembocadura del río Putumayo, actual territorio brasilero:

“Así que nos era necesario comer nuestro acostumbrado manjar, que era yerbas y de cuando en cuando un poco de maíz tostado”, “Hallamos en este pasto (300 leguas abajo Aparia) muy gran cantidad de bizcocho muy bueno, que los indios hacen de maíz y de yuca “, “Aquí se halló mucho maíz... de lo que los indios hacen pan”, “Comíamos el maíz por granos contados (en la boca del Amazonas)”, “Comíamos... unos a medio almuz de maíz tostado y otros a menos”.(Barletti, 1992:21)

Pero no todo fue bienestar y abundancia en el viaje. Huyendo los españoles de los Machiparo, disparan al capitán general de los indios y le matan, dándoles tiempo de huir, fueron perseguidos por río.

Pero nos siguieron dos días y dos noches sin nos dejar reposar, que tanto tardemos en salir de la población este gran señor llamado Machiparo, que al parecer de todos duró más de ochenta leguas, que era toda una lengua, estas todas pobladas, que no había de poblado a poblado un tiro de ballesta, y el que más lejos estaría media legua, y hubo pueblo que duró cinco leguas sin restañar casa de casa que era cosa maravillosa de ver: como íbamos de pasada e huyendo no tuvimos lugar de saber qué es  lo que había en la tierra adentro; pero, según la disposición y parecer de ella, debe ser la más poblada que se ha visto, y así nos lo decían los indios de la provincia de Aparia, que había un grandísimo señor la tierra adentro hacia el sur, que se llamaba Ica, y que éste tenía muy gran riqueza de oro y plata, y esta noticia traímos muy buena y cierta. (Carvajal, 1986:66)


En ambos casos, cronistas del Amazonas y América, coinciden en sus descripciones. Sencillamente, se encontraron frente a sociedades que llevaban milenios de evolución, gentes – en principio – acogedora, que gozaban de un grado de confianza, bienestar, libertad y abundancia que contrastaba con la de sus países de origen.

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