CRONICAS ATLANTICAS

CRONICAS ATLANTICAS

Son reveladores los primeros relatos de los españoles llegados a las islas y costas del Atlántico del Nuevo Mundo. Américo Vespucio, quien navegando las costas de lo qu es hoy Venezuela, iba encontrando población tras población. Y de tanto en tanto, si se lo permitían, entraban tierra adentro un par de leguas. Cuenta que:

“Nos llevaron a una población suya, que se hallaba como dos leguas tierra adentro y nos dieron de almorzar y cualquier cosa que se les pedía en seguida lo daban […] Vimos otra gran población a la orilla del mar: fuimos a tierra con el batel y nos encontramos que nos estaban esperando, y todos cargados con alimentos […] y nos dieron de almorzar muy bien… vimos (otra) gran población que se hallaba cerca del mar; donde había tanta gente que era maravilla y todos estaban sin armas, y en son de paz; fuimos a tierra con los botes, y nos recibieron con gran amor, llevándonos a sus casas, donde tenían muy bien aparejadas cosas de comer. Aquí nos dieron de beber tres clases de vino, no de uvas, sino hecho con frutas como la cerveza, y era muy bueno; aquí comimos muchos mirabolanos frescos, que es una muy regia fruta, y nos dieron muchas otras frutas, todas diferentes de las nuestras, y de muy buen sabor, y todas de sabor y olor aromáticos. (Séjourne, 1994:89) (Vespucio, Americo. “El nuevo mundo”, Pgs.   115-7)
 
Vinos, comidas y también tabaco. Otro de los personajes que narró escenas de aquella “otra creación” fue Gonzalo Fernández de Oviedo, quien estando en la actual Nicaragua, asistió a un festín ceremonial, 
 
“E así como comenzaron a beber, trujo el mesmo cacique un manojo de tabacos que son del tamaño de un jeme y delgados como un dedo, e son de una cierta hoja arrollada e atada con dos o tres hilos de cabuya delgados; la cual hoja e planta Della crían con mucha diligencia para el efecto de estos tabacos y encendíanlas por el un cabo poca cosa, y entre sí se va quemando… hasta que se acaba de quemar en lo cual dura un día”. (Séjourne, 1994:103) (Fernandez Oviedo, Gonzalo. “Historia general y natural de las indias” libro 42 Cap. XI)
 
Bartolomé de las Casas, relata sobre otra planta “que ellos tienen en más que el oro” es la que, con el nombre de hado en Venezuela, de yaat en Nicaragua y de coca en Perú, que como efecto de su consumo, desaltera, sacia, y da fuerza. Las Casas señala su presencia en Cuba. Seca, pulverizada y mezclada con cal de nácar sacada de las conchas se emplea en los trabajos que requieren gran esfuerzo. Los indígenas llevan este polvo en pequeñas calabazas colgadas del cuello o en la espalda, 
 
“…no la mascan ni la tragan, y la sacan de la boca al comer o beber… entonces parece como espinacas cocidas”. Las Casas no disimula su asco por esas bolas pegajosas continuamente masticadas… (Séjourne, 1994:97-98)
 
José de Acosta, relata varios usos del cacao en Yucatán, tomado caliente, frío, picante, con fines medicinales o para convidar,  
 
“usan echarle especias y mucho chili; también le hacen en pasta y dicen que es pectoral y para el estómago, y contra el catarro” (Séjourne, 1994:96)  (Acosta, José. “Historia natural y moral de las indias”, Pg. 180)
 
Los relatos describen países muy poblados, grandes ciudades, gente vestida y abundancia que les causaba maravilla. Son concluyentes en cuanto al nivel de bienestar de las culturas americanas antes del arribo de Colón en el año 1492.

El impacto de las epidemias y las matanzas perpetradas ocasionaron en pocas décadas el derrumbe de estos pueblos, la desaparición de sus ciudades y la pérdida del control de las obras productivas. Los primeros relatos resultan casi fantasiosos ante la realidad encontrada pocas décadas después por nuevos colonizadores. De los millones de gentiles encontrados al principio quedaron reducidos a unos centenares.

Cuenta Oviedo de Cuba, había: 
 
un millón de indios e indias, o más de todas las edades o entre chicos e grandes”, y luego a su retorno a los pocos años, “de los cuales todos, e de los que después nacieron, que no se cree que hay al presente en este año de mill e quinientos e cuarenta e ocho, quinientas personas, entre chicos e grandes, que sean naturales e de la progenie e estirpe de los primeros” (Séjourne, 1994:29). Sobre  la gobernación de Castilla del Oro (Panamá): ”había dos millones de indios, o eran incontables, es menester que se diga como se acabó tanta gente en tan poco tiempo”. (Séjourne, 1994:28). (Fernandez Oviedo, Gonzalo“Historia general y natural de las indias”. Madrid, BAE, 1959 - Libro 3 Cap. VI / Libro 28 Cap. X)

La acción de los invasores fue la causa directa o indirecta de lo que Las Casas llamó la Destrucción de las Indias, ocasionando el hundimiento cultural y demográfico. Este proceso se consumó en unas pocas décadas después de 1492.

La isla de Cuba es cuasi tan lengua como de Valladolid a Roma, está hoy cuasi toda despoblada. Las islas de Sant Juan y la de Jamaica, islas muy grandes y muy felices y graciosas, ambas están asoladas. Las islas de lo Lacayos, que están comarcanas a la Española y a Cuba por la parte del Norte, que son más de sesenta con las que llamaban de Gigantes y otras islas grandes y chicas,  y que la peor dellas es más fértil y graciosa que la huerta del Rey, de Sevilla, y la tierra más sana del mundo, en las cuales había más de quinientas mil ánimas, no hay una sola criatura. Todas las mataron trayéndolas y por traellas a la isla Española, después que veían que se les acababan los naturales della. (Las Casas, 2005:73 - 74)

1514

El año de mil quinientos y catorce pasó a Tierra Firme un infelice gobernador (Pedrarias Dávila), crudelísimo tirano, sin alguna piedad ni aún prudencia, como un instrumento del furor divino, muy de propósito para poblar en aquella tierra con mucha gente de españoles. Y aunque algunos tiranos habían indo a la Tierra Firme y habían robado y matado y escandalizado mucha gente, pero había sido a la costa de la mar, salteando y robando lo que podían. Mas éste excedió a todos los otros que antes dél habían ido, y a los de todas las islas, y sus hechos nefarios a todas las abominaciones pasadas; no sólo a costa de la mar, pero grandes tierras y reinos despobló y mató, echando inmensas gentes que en ellos había a los infiernos.  Este despobló desde muchas leguas arriba del Darién (Panamá) hasta el reino y provincias de Nicaragua inclusive, que son más de quinientas leguas, y la mejor y la más felice y poblada tierra que se cree haber en el mundo; donde había muy muchos grandes señores, infinitas y grandes poblaciones, grandísimas riquezas de oro, porque hasta aquel tiempo en ninguna parte había parecido sobre la tierra tanto.  Porque aunque de la isla Española se había henchido casi España de oro, y de más fino oro, pero había sido sacado con los indios de las entraña de la tierra, de las minas dichas, donde, como se dijo, murieron. (Las Casas, 2005:90 – 91)

Para el estudio de la prehistoria de Moxos es preciso tener en cuenta este proceso de destrucción que llevó a las culturas americanas al borde de su desaparición total (95% de mortandad) y en especial las de la selva tropical.


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