ARQUEOLOGIA DEL PAISAJE EN EL BENI


Al Departamento del Beni vienen con cierta periodicidad grupos de investigadores del pasado. Se trata de equipos de científicos multidisciplinarios sorprendidos por uno de los conjuntos arqueológicos más grandes del mundo, por lo que hay mucho que indagar y descubrir. Vienen de distintas naciones: polacos, rusos, japoneses, estadounidenses, entre otros. Entre todos, se va construyendo un conocimiento que aclara cada vez más la figura de un pasado complejo en una vasta geografía. Sobre los significados del paisaje, de manera esquemática podemos decir que la renovación de las concepciones del oriente precolombino y más concretamente del Moxos antiguo, ha pasado por tres momentos: desde comienzos del siglo XX hasta principios de la década del 60; de mediados del 60 a principios de la década de los ochenta; desde principios del 80 a la fecha.

Por: Emir Iskenderian Aguilera* no bolpress

Durante todo el siglo XIX, dominó en la cultura boliviana la idea de un oriente pre colonial protagonizado esencialmente por pueblos cazadores – recolectores o a lo sumo por pueblos hortícolas. Sin embargo, desde comienzos del siglo XX empiezan a re aparecer evidencias de que en el actual territorio beniano debió de haberse practicado la agricultura intensiva a gran escala.

En 1906 se publica la monumental obra de Víctor Maurtúa “Juicio de Límites entre Bolivia y Perú. Prueba peruana presentada al Gobierno de la República Argentina“, trayendo entre las páginas 121 a 216 de su noveno volumen las Consultas hechas por S.M. el Rey, a Don Juan de Lizarazu, Presidente de Charcas, sobre el proyecto de relizar una entrada a los Moxos o Toros, entre los años 1636 – 1638. Estos informes venían del pasado con relaciones precisas que hablaban de los mojeños, no reducidos aún en aquellos años, como de una nación de “gente bestida de algodón y labradores” (Maurtúa, 1906, 9: 134), “muy grandes labradores” (ídem:158), Así hablaban estas relaciones de principios del siglo XVII, describiendo con precisión a un pueblo Mojo que tenía dos grandes sementeras, una con “más de setecientos percheles” (ídem:170) y otra con cerca de “cuatrocientos percheles en comunidad” (ídem).

En 1913 Nordenskiöld inauguraba los estudios arqueológicos en el Beni, realizando excavaciones en tres grandes lomas cercanas a trinidad. En los años siguientes continuará con el estudio de algunos camellones y para 1916 es el primero en sostener públicamente la hipótesis de que en el actual territorio beniano se había practicado algún tipo de agricultura a gran escala en tiempos remotos.“En algunas partes de Mojos –escribió hacia 1916 – la gente ha intentado hacer útiles los campos inundados estacionalmente mediante drenaje”(Denevan 1980: 145). Vemos que en base a sus investigaciones de campo, el científico sueco, aunque de manera muy escueta, llegaba a conclusiones que, al igual que los textos de Lizarazu, modificaban sustancialmente la imagen del pasado sudamericano.

Más tarde, en 1942, sería el francés Metraux quien insistiría de nuevo en la existencia de un agricultura de gran extensión durante la era precolombina:“En la región actualmente habitada por los indios Chimane, especialmente entre San Borja y San Ignacio, hay restos de grandes canales, diques y plataformas de tierra elevadas, construido todo para drenar las inmensas ciénagas y convertirlas en campos de cultivo”(ídem).

El segundo período de la historia de las investigaciones sobre el Mojos antiguo se inicia en 1956. Con la firma del contrato suscrito en 1952 entre el gobierno y Glen McCarthy, nuevas empresas petroleras, principalmente anglo americanas, empiezan a tomar posesión de sus propiedades recientemente adquiridas. Fueron las compañías Bolivia California y Bolivian Shell las que, a finales de la década de los cincuenta, introdujeron el uso del avión en la Amazonia boliviana. Las fotografías aéreas que la Shell realizó de sus concesiones, revelaban una serie de elementos geográficos que fueron interpretados oficialmente por la compañía como fallas geológicas. De hecho, uno de los geólogos de la compañía, Plaffker, G., intentó demostrar el origen natural de las numerosas lagunas orientadas y de formas geométricas que abundan en las pampas.

Pero en los vuelos y demás trabajos de prospección había participado el ingeniero petrolero Kenneth Lee a quien la versión oficial no satisfacía en lo absoluto. Para él resultaba claro que lo que se había podido observar en los sobrevuelos eran restos de construcciones humanas. Lee descubrió en un vuelo entre San Ignacio y San Borja la existencia de grandes extensiones de campos elevados precolombinos. Durante el curso de sus prospecciones petroleras para la empresa, había examinado campos similares en otros países del trópico de Suramérica, pero el enigma que presentaban los camellones de Moxos, es que evidenciaban la práctica de una agricultura intensiva en unos suelos que por su pobreza podían apenas sustentar pastos de muy baja calidad. La teoría de Lee era que había que encontrar un mecanismo de fertilización de aplicación a gran escala, algo que solamente podía hallarse en los nutrientes que aportaba el flujo de aguas de inundación.

Lee será desde entonces un investigador e impulsor de los estudios del Mojos pre colombino; se ocuparía de realizar gestiones para que Salomon Ross, periodista de la BBC, realice una serie de reportajes poniendo en movimiento el oxidado engranaje de la arqueología boliviana, la que parecía creer realmente que Tiahuanacu era “el centro del mundo”; también haría de “guía oficial” de los primeros levantamientos de datos que Kuljis y Bustos realizaron a mediados del setenta; y será un entusiasta y útil colaborador de las posteriores excavaciones, cuando el Museo Arqueológico de la Plata se sumó a la aventura del Dorado guiado por su director, Bernardo Dougherty y que culminaría con las primeras dataciones radiocarbónicas realizadas por la Smithsonian Institution a comienzos de los ochenta.

Por supuesto, Lee contó con el poyo decisivo de un grupo de estudiosos bolivianos. Empezando por Ricardo Botega, sin duda su más cercano colaborador, una lista aproximada del núcleo duro del Lee ismo boliviano debería mencionar a Asín, a Carvallo, a Martha Lijerón, a Arnaldo Lijerón y a Rodolfo Pinto. Cada una de estas personas, en diferentes grados y de maneras diversas, contribuyó y contribuye consciente y entusiasta a la apertura de ese nuevo espacio en la comprensión de la historia antigua de nuestro continente que tuvo a Lee como su Thiajar auqui principal. Porque es cierto que con sus hipótesis y descubrimientos, el sistema técnico de las sociedades precolombinas del actual departamento del Beni quedaba desentrañado en sus rasgos esenciales, poniéndose en evidencia un portentoso sistema de producción.

En este período se publicó el ya clásico The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, (1966) de William Denevan, que daría a conocer por primera vez a la comunidad científica internacional la existencia “de la que, acaso, fue la cultura indígena más avanzada de toda la cuenca amazónica” (Denevan 1980:9). En castellano, “La geografía cultural aborigen de los llanos de Moxos”, recién apareció publicado en 1980 por la Editorial. Librería Editorial “Juventud”.

Desde principios de los ochenta, cuando finalmente se conocen las dataciones de la Smithsonnian Institution, hasta el presente (2008), vivimos un nuevo y tercer período de las investigaciones, en el que las hipótesis de Lee no han hecho sino confirmarse, en tanto que los alegatos geologistas se han echo más pueriles si cabe. Así, frente a la posición casi inexplicable de una Betty Meggers que aún sostiene aquello de que no es posible el desarrollo de grandes y prósperas culturas en el amazonas, las investigaciones de la cultura mojeña no dejan de aportar datos sobre la poderosa inventiva de los mojeños antiguos para modificar su paisaje con fines productivos, igual o quizás más intensivamente que otros pueblos amazónicos.

Tras las “investigaciones arqueológicas complementarias en territorios circundantes” a las lomas ya estudiadas, realizadas por Dougherty y Calandra entre 1984 y 1985, este período inicia con la publicación de la novela "Pueblo de Leyenda", de Rodolfo Pinto. Este libro es, por una parte, un balance del período anterior y además pone en evidencia que la cuestión en los ochenta ya no era atraer a arqueólogos de todo el mundo para la realización de excavaciones; los arqueólogos ya habían llegado y otros se preparaban ya para su aventura paititiana.

Lo fundamental ahora – en los ochenta - era definir COMO había que realizar las excavaciones. Este METODO de investigación estaba, claro, ligado al OBJETO de estudio. Porque es evidente que si se está estudiando una loma creada por la naturaleza, no tendría por qué importar si al lado de esta loma hay una laguna también natural y a cientos de kilómetros de esta loma hay un “camino”. La cosa es muy distinta, por supuesto, si lo que se estudia es un complejo sistema técnico desarrollado para fertilizar campos de cultivo. Aquí deben buscarse, esencialmente, las relaciones entre los distintos elementos, aunque estos se encuentren separados por una enorme distancia. En otras palabras, las “investigaciones arqueológicas complementarias en territorios circundantes” debían extenderse varios cientos de kilómetros.

Y esto es lo que efectivamente empieza a suceder desde principios del noventa. Por una parte, Clark Erickson realiza desde 1993, una serie de estudios arqueológicos y experimentales tratando de relacionar los distintos elementos buscando entender el complejo sistema agrícola de los mojos, llegando a enriquecer sustancialmente la comprensión del pasado mojeño y a plantear y aplicar el concepto de “Arqeología del Paisaje”. Esto es, un conjunto de conceptos teóricos, metodologías y procedimientos analíticos que analizan a través de la cultura material, la dimensión espacial de los grupos humanos y cómo se han ido relacionando con el espacio geográfico a lo largo del tiempo, apropiándose de él, transformándolo con su trabajo y dotándolo de diferentes significados culturales.

Granja del Padre, Beni. Foto: DAI
En 1991 Kenneth Lee y Josep Barba formularon el llamado “Proyecto Moxos”, cuyo fin era hacer una nueva aproximación al estudio de las obras precolombinas de Moxos, documentando la existencia de numerosas lomas e incorporando las lagunas a la geografía cultural de los Llanos. El proyecto planteaba que las obras de tierra de los llanos de Moxos eran como módulos de un conjunto dedicado a la colonización productiva de las pampas de inundación. Participaron también en el Proyecto Moxos: Ricardo Céspedes, Efraín Barbery, Ricardo Bottega, Rodolfo Pinto, Mario Villca, Victoria Solanilla, Mario Suárez, Jesús García, y Antonio Vargas. Para ampliar estos trabajos Lee y Barba fundaron en 1992 un Centro de Estudios de la Hoya Amazónica - HOYAM, abocados a estudiar la relación entre el Hombre y la Naturaleza en Moxos a través de la historia, a fin de rescatar tecnologías ecológicamente integradas para el futuro desarrollo del país.

En la última década (al 2014) el arqueólogo germano Heiko Prumers y el geólogo siciliano Humberto Lombardo, han realizado trabajos de campo año tras año. En las escavaciones de Heiko de lomas en Casarabe, se han descubierto cerámica y huesos, prolijamente estudiados. Además, se ha llegado a tener una idea de la gran cantidad de lomas en esa region y sus diversas morfologías. Lombardo se ha dedicado al estudio de algunas lagunas e islas de conchas. De las islas, sus dataciones señalas actividad antropica en la region de hace 11.000 años. De las más antiguas del continente.

Cabe resaltar que el registro fotográfico y la memoria del investigador Ricardo Botega, son dos de los más valiosos elementos para aproximarse a la comprensión del paisaje beniana y de sus investigadores. Gracias a su intrañable amistad con Keneth Lee y a sus incansables viajes por el país del agua, ha recorrido decenas de lomas y sobrevolados miles de kilómetros cuadrados de campos de camellones. Sobre todo, ha sido consultado sistemáticamente por la mayoría de grupos de investigación internacionales que llegan contínuamente y necesitan guias y referencias sobre el tema. Además, se acuerda de todo y vive en la capital moxitana. Por otro lado, en Trinidad, la biblioteca y hemeroteca del Ing. Rodolfo Pinto, con miles de ejemplares, es una fuente de conocimientos históricos invaluable. Es un espacio de literatura altamente especializada. Quien quiera investigar historia, casi que siempre, termina sabiendo que esos datos que busca, quizás estén allí. Este constructor de caminos y novelista, se ocupa de rescatar cuanto documento se produzca de investigación histórica y acogerlo en su morada.

Texto: Emir Iskenderian Aguilera / Gustavo Rivero
Lic. Relaciones Internacionales

(*) Hacia el año 2008, en Santa Cruz de la Sierra, los investigadores Emir Iskenderian Aguilera y Gustavo Rivero Céspedes, escribían acerca del concepto “Modo de Producción Tribal”. Lo aplicaron a modo de entender el funcionamiento de una sociedad como la del antiguo mojos a través del Materialismo Histórico. En mimeos de la Editorial Santos Noco como“Civilización o Barbarie”y“1617, el descubrimiento del Dorado”se aproximaron a conceptos nuevos para entender la economía, ideología y política de la antigüedad mojeña. Parte de esos estudios se publicaron en el 2009 en el escrito de Iskenderian“Gentiles de Moxitania - Cuando las aguas eran amigas”.Segundo capítulo del libro“Paisaje y voces de Mojos”, editado por el Centro de Estudios Hoya Amazónica - Mojos. De éste último trabajo, aquí se introduce y actualiza uno de sus acápites

Comentarios