AGROENIGMAS PREHISPÁNICOS DE MOXOS
El estudio actual de la
agricultura prehispánica de moxos plantea varias preguntas. Un primer sunto. Los relieves
existentes en las pampas al oeste del Mamoré evidencian la existencia de una
agricultura intensiva. Pero no
todas las regiones tienen los mismos tipos de agroestructuras. Existían diferentes
formas de producir a una y otra orilla del río Mamoré. En el margen oriental no existen este tipo de campos,
la existencia de abundantes obras de canalización y contención de aguas
evidencian que se aplicaba otro modelo agrícola.
Hay quienes hablan de tres sectores.
Las investigaciones realizadas demuestran la
existencia en los Llanos de Mojos de diferentes variantes culturales tanto en
espacio como en tiempo, conformando hoy un panorama más complejo que aquel que
reconociera y diera a conocer Nordenskiöld. Las diferentes formas que emplearon
los antiguos habitantes de la región respecto de la utilización del medio
ambiente y de las modalidades de asentamiento se reflejan en su ergología,
dejando entrever diferentes tendencias culturales. Los tres principales
sectores ecológico-culturales de los Llanos de Mojos establecidos en
concordancia con la información hasta ahora disponible son: (1)
Oeste de Mojos (Cuenca del Río Beni), (2) Mojos Central Hacia
el oeste del río Mamoré, (3) Este de Mojos (Iténez). (Calandra, Salceda, 2004)
Por su lado, un informe
del Proyecto Moxos, a principios de la década de los noventa, ya describía
áreas diferenciadas según el tio de estructuas predominantes.
que
parecen existir distintos patrones que marcan áreas con características
especiales como (1) las de Baures con sus kilómetros de terraplenes o diques, (2)
la zona sur de Rogaguado con sus grandes sectores de tablones para cultivo, (3)
como también el área de San Ignacio y el Río Apere con la enorme cantidad de
camellones, características que marcan claramente zonas con distintas formas de
utilización de la tierra y el agua que podrían estar correlacionadas con
patrones distintos de asentamientos y diferenciaciones culturales. (Céspedes,
1991: 4 – 5)
Agregamos la zona de Trinidad – Casarabe, con
lomas y la región entre San igacio y Santa Ana, plena de campos de montículos.
Otra pregunta, aborda lo que sería el carácter
más innovador de del agro mojeño, la fertilización del suelo. Exponemos
la teoría tentativa de Keneth Lee sobre aquel sistema y en seguida, el rol del
conocido Tarope en esta dinámica
productiva.
Agua de escurrimientos subterráneos derivados de terrenos fosilíferos marinos, con
una gran cantidad de elementos minerales nutritivos en suspensión, fue
conducida a través de canales que tienen su origen en las estribaciones de las
serranías hasta campos de cultivo, previamente preparados con altos surcos y
protegidos con muros de contención. Esta agua fue desviada de pequeños ríos y
arroyos en el tiempo seco cuando su contenido en minerales era mayor.
En el curso de su transporte o en los campos
inundados, fueron introducidas plantas acuáticas seleccionadas, que al encontrarse
en un ambiente favorable se desarrollaron con gran rapidez, hasta cubrir
totalmente la superficie del agua.
En simbiosis con las plantas acuáticas, crecían peces;
regionalmente llamados Cimbaos y Bentones y también gran cantidad de caracoles.
Al alcanzar las plantas acuáticas su máxima expresión
de crecimiento, fueron drenando los campos de cultivos a través de esclusas
preparadas para evitar la salida de los peces y plantas.
Parte de los pescados y caracoles fueron consumidos
como alimento, y el saldo con más las plantas acuáticas se incorporaron a la
tierra como abono encima de los surcos previamente construidos. Las plantas acuáticas son eficientes
asimiladoras de elementos nutritivos y su análisis es similar a las algas
marinas. El calcio de las conchas de los caracoles sirvió para reducir la
acidez
Sobre los surcos ya ricamente
abonados sembraban los cultivos.
La altura y distancia entre sí de los surcos fueron ya
precalculadas para acumular el agua de lluvia durante el tiempo de inundación,
cuando no había drenaje hacia el río. Al fluctuar el nivel de los ríos, el agua
de lluvia era drenada a través de las esclusas antes de llegar al nivel de los
sembradíos. 8. Al levantar las cosechas nuevamente se inicia el ciclo, de
suerte que el cambio ecológico violento no permitió el crecimiento de malezas
ni insectos” (Lee, 1977)
Sobre la función del Tarope, Lee explica que:
La única fuente de
nutrientes en Mojos es el agua de los ríos y para su incorporación a los suelos
se necesita de un mecanismo de fijación que puede lograrse mediante el uso de
plantas acuáticas. Estas plantas, la mayoría Pontederiáceas, crecen en
abundancia sobre las aguas ricas. La Eicchornia azúrea y la Eicchornia crassipes,
llamadas en la Comarca :
Tarope, son las abundantes y se usan tradicionalmente en la zona y en otas
partes del mundo, para la depuración de aguas residuales o de abrevaderos,
aprovechando su gran capacidad de
depuración y absorción... Su productividad por hectárea puede llegar a
las 40 toneladas de materia seca al año... El Tarope no es solamente un buen
fijador de nitrógeno, sino de fósforo y otras sales minerales. En una cultura
predominantemente agrícola, su uso primordial podría ser como compostador de
suelos... Es adecuado para la compostación eficaz ya que contiene los hidratos
de carbono necesarios para facilitar el proceso. Su adición a los suelos
incorporaría nutrientes necesarios, rebajaría su acidez, le incrementaría la
capacidad de absorción de agua y
disminuiría el envenenamiento por albúmina... Las lagunas, al igual que los
canales y surcos de los campos elevados darían una buena cosecha de estas
plantas mientras se asegurase la renovación de las aguas (Lee, 1996)
Trabajando sobre las hipótesis de Lee, el Centro
de Estudios Amazónicos – CEAM, hizo varias experimentaciones; al respecto, el
responsable del proyecto comenta que:
En un área
inundable como los Llanos de Moxos donde en la estación de lluvias más de 100.000 km . pueden
quedar sumergidos, los camellones proveen unas condiciones de drenaje y
aireación favorable al crecimiento de los cultivos, mientras que en la estación
seca pueden proveer humedad a las plantas a partir del agua de “riego” si ésta
es aportada a los canales; las condiciones de temperatura también se ven
favorecidas por el efecto regulador del agua. Los camellones se hallan
ampliamente distribuidos en América, habiéndose mencionado en Colombia y
también en el Altiplano, en las culturas desarrolladas a partir del Lago
Titicaca; sistemas similares –aunque con distinto nombre – están descritos para
otras tierras bajas, pero en ningún caso parecen tener la extensión y
singularidad –en el sentido de ser prácticamente las únicas áreas cultivables y
cultivadas – que en los Llanos de Moxos. (Boixadera, 2005)
Una vez más, en un aspecto más específico, vemos
patrones diferenciados. Las características externas de los campos de cultivos
varían según la zona.
Entre las localidades de San Borja - San Ignacio
y Santa Ana, donde una pequeña cuenca hidrográfica formada por los ríos
Maniqui, Matos, Cuverene, Chevejecure, Museruna, Apere y Tijamuchí, drenan el
área de sur, las áreas de cultivos se encuentran en medio de terraplenes que
los circunscriben en forma ligeramente rectangular, para atrapar aguas
provenientes del pié de monte ricas en nutrientes por aporte de materia
orgánica de la vegetación de precordillera. En esta área los tablones de
cultivos tienen un largo promedio de 100 metros por 10 metros de ancho a una
distancia intermedia de los 8
metros . En Puerto Almacén y San Carlitos o en Laguna del
Colegio, los tablones son angostos, no más de tres metros de ancho por unos 50 metros de largo,
distanciados unos de otros en unos 10 metros . Hacia el Lago Rogaguado, los
tablones presentan mayor erosión y aspecto mas antiguo pero de mayor tamaño que
en las otras zonas, ya que alcanzan a los 200 metros de largo por
20 de ancho con un distanciamiento promedio entre unos de otros también de 10 metros (Bustos, 1999)
Lee hace una clasificación
parecida,
Los campos de cultivo fueron
construidos con diferentes proyecciones geométricas o formatos, pero obedecen a
la idea de tener alturas cultivables rodeadas de agua, que circula por gravedad
cuyo nivel puede ser rigurosamente controlado mediante esclusas. El agua venía
de grandes depósitos, sean naturales, mejorados o contruidos para este
propósito, acopiar el agua de
inundación, a veces ubicados a distancias considerables.
Campos de plataformas elevadas: Estos campos son de 30 m . De ancho y 300 m de largo y forman
grandes grupos entre Santa Ana del Yacuma y los alrededores del Lago Rgaguado.
Campos de tablones: Estos campos tienen de 4
a 8 m .
De ancho y una longitud de 10 a
100 m .
Son los más fáciles de detectar en las fotografías aéreas, debido a lo
pronunciado de su relieve. El desnivel entre el campo y el surco puede llegar a
los 2m.
Campos de camellones: Su disposición es paralela, y visto desde el aire se asemeja a un campo
recién arado y surcado. Su perfil es menos pronunciado, por lo que su detección
es más difícil. En la zona oeste de Trinidad los indicios son numerosos por la
mayor parte ha sido borrada por las lluvias y el paso del ganado.
Campos de montículos: Estan formados por alineamientos de montículos de 3 a 4 m . De dámetro. Se encuentran
en tierras bajas y sirven para sembrar maíz u otro cultivo de crecimiento
rápido. Tiene un mínimo de infraestructura para el control de agua, lo cual
aumenta el factor de riesgo en inundación o sequía. Es el sistema más primitivo
de siembra en tierras inundadizas y se utiliza todavía en Africa y Nueva
Guinea. (Lee, 1998)
Estos últimos campos de cultivo, los montículos, que
Denevan llama “montones” o “campos – loma” que son “indiscutiblemente
artificiales” (Denevan, 1980:159); Bustos las llama “lomas para viviendas
individuales”.
En cuanto a las “lomas para
viviendas individuales”, aún no tenemos una clara respuesta para ellas,
fundamentalmente por la falta de excavaciones en las mismas. Cabe la sospecha
que se tarte de alguna suerte de campos de cultivo, ya que existen enormes extensiones
de montículos de 3 a
3 metros
de diámetro (sartenejales) de amnifiesta alineación que permiten suponer su uso
agrícola ya que hay evidencias por la etnología comparada de sus uso en otros
lugares. (Bustos, 1978:6)
Por nuestra parte, agregamos que estos “montículos”,
además de poder haber servido de base para cultivos o habitaciones, también
pudo haberlo sido para instalar sus “graneros”. Aquellos “graneros” vistos por
los cronistas cruceños en la provincia Torocosí.
Cantidad de campos
Desde el aire o en
fotografías aéreas he visto unas 5.000 plataformas, unos 6.000 camellones y
unos 24.000 campos zanjados, sore un total de 35.000 campos drenados
individualizados, dejando de un lado una docena de campos – loma, cada uno de
los cuales contenía centenares de lomitas. La superficie total abarcada por
estos campos, sin incluir los surcos es de unas 2.630 Has.... Solo sobrevole
uan pequeña porción de la región que contiene estos campos de cultivo... No
parecería una cantidad mínima excesiva calcular un total de 100.000 campos
lineales sobre uan superficie de 6.000
Has. Esparcidas irregularmente por una extensión de 75.000 km2. en el Beni.
Pero también podría haber variso centenares de miles de campos drenados que ocuparían
más de 25.000 Has. (más de 50.000 Has. Incluyendo surcos) (Denevam, 1980:160 -
161)
Hasta
aquí, unos apuntes sobre los descubrimientos de la agricultura mojeña e
hipótesis sobre su funcionamiento para reponer fertilidad. Esta sería, en
parte, la explicación a la abundancia agrícola que encontraron los
expedicionarios del la entrada de 1617.
Considerando que estas culturas ya habían entrado en un proceso de
retroceso debido al impacto de la invasión ibérica.
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