CUENTO: Del amor y otros artes vencidos


DOSSIER De EL BORDE – MINISTERIO DEL INTERIOR DEL REGIMEN

Índice

PARTE I

VERSOS QUE LA ACUSADA INTERPRETO EN SU DEFENSA

PARTE II

TESTIGO QUE DECLARA SABER DE LA ACUSADA. DE UNA GUERRA SUPUESTA

PARTE III

DECLARACION ESCRITA DE LA ACUSADA. DE ELLA Y SUS ACTOS

PARTE IV

PARTE ESCRITA Y LUEGO ORAL DEL MEDICO ASIGNADO. UN CASO GRAVE

PARTE V

MEMORIA DEL JUICIO FINAL. MUERTE DEL JUEZ


(Transcripciones oficiales de los escritos originales)

Año del Toro de Agua

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PARTE I

VERSOS QUE LA ACUSADA INTERPRETO EN SU DEFENSA

RIOS ENTRE ESTOS MUROS

Envuelta en una sábana

pálida

se dibujaba tu fina silueta

tendida en el lecho aquel

.....

así quedaste ataviada

pues te entregaste sin prisa

y sin ir a misa

a los apremios del amor

......

sacudidas alma y ganas

una y otra vez

ahora tu cuerpo terso

daba forma a un sueño peregrino

........

así tan cerca

a tu franca desnudez

veo con asombro todavía

tanta osadía

.........

Si tuviésemos

una vida de canciones

la copla tuya ahora

empezaría como feliz algarabía

.......

quedamos

recostados de costado

frente a frente

beso a beso

........

explorando la fatiga

combinando los olores

retomando cada abrazo

encendimos esa cama

.........

Asi nomás nomas es

la vida de sábanas destendidas

que sin andar a escondidas

tallan tu torso esbelto

.............

Digo, digamos

en ese tono que denuncia

que estas noches que pasamos

alumbran los días que les siguen

............

O sea

Valga decir, confieso

que sin repetir

medio que me daría tristeza vivir

...........

Y me vuelvo dicharrachero

o payador

porque me quedan aquí

las curvas de tu paisaje y tu ardor

........

queda por decir, que quizás

seas mujer venganza

cual lanza que atraviesa el corazón

sigue camino sin pedir perdon

.....

asi terminan estos versos

que de la querencia fina

salen sin duda honestos

pa componer este gesto

.......

queda cerrar los ojos

para recordar los tuyos

luego

tragar en seco y reir

......

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PARTE II

TESTIGO QUE DECLARA SABER DE LA ACUSADA. DE UNA GUERRA SUPUESTA

La breve y verdadera historia de la guerra que hubo en debajo de tus pies

La mayor de las querencias se fue formando bajo el arco de la madrugada aquella. Fuimos testigos, sin abrigo, de las nostalgias nocturnas que tenían aquellas estrellas.

No recuerdo bien, si aquella noche, veía con curiosidad extrema los cambios en las muestras de tu cariño ensordecedor, que se iba moviendo y saliendo de aquella muestra de todas las cosas ordinarias que nos rodeaban.

No me quedan ya recursos para nombrarte y degustarte aquí, aquí donde estoy - lo admito - sin embargo, acá estas y allá estas. Y gracias a ello, a tu fija y eminente presencia y lo cotidiano y sencillo de compartir con vos en la distancia de a cada rato.

No me muevo, ni me saldré jamás de esta historia inquieta que bordea mis sentidos que se va en busca de los tuyos y que sabe que la energía sigue al pensamiento. Esta querencia que nace en ese abrazo, que quizás no sea más mía que tuya, o quizás tenga su propia vida y nos ignore a ambos y nos utilice para dar forma al embrión de sus absolutas creaciones. Esta fatiga del corazón cuando leo tus respuestas, casi sencilla, casi que ni existe, casi que ni nadie la ve.

Y aquí estas, cerca y oportuna. Como quien dice fruta madura de buen aroma, delicado sabor y jugo sin par. Un dulce devenir y al final un dejo acido. Fruta que sació primero y que el cuerpo ahora enviciado desde un primer mordisco, se vapulea convulso y se estrella con violencia inaudita contra su propio vértigo. Quiere más. Quiere todos sus sabores. Quiere descubrir los rincones donde maduraron los árboles primeros. El cuerpo enviciado se ha podido desintegrar. Ahora, es parte de todas las cosas, puede visitar los campos en que crecieron los mil sabores del bocado aquel.

Ahora también, me quedo con vos y al tiempo que lees, me siento a tu lado y dejo escapar un bramido feroz que pasa por tu ladito como suave brisa, como un soplo por el cuello o un mordisco que se acerca.

¿Adonde esta tu pasado? ¿Adonde se fue el mío? ¿Por qué me siguen los cristales? ¿Porque últimamente cada noche tras noche me ladra el sueño? ¿Tomemos un café en la plaza?...

Justo descuide el juicio, y a tras pie del paraíso, incline figura para entrar. Ahí estabas, pasada la posada metida en un rincón, en dos rincones ¡¡¡ cuantos rincones ¡¡¡ eras una habitante de varios subterfugios seniles de amargura y aunque amiga del mil egregios divinos, con tus manos te vi hacer alas y verte volar, así, como si nada, como si fuera normal, casi me mata el arte.

Te empecé a seguir, cada pista me conducía a una fascinante vaguedad sobre el posible hilo de tus motivaciones. Muchas preguntas. Pocos testigos... Borrachos. Parecía que nadie mas te veía alzar vuelo o llegar, sencillamente, ahí estabas. Pero no era así. Eso también lo descubrí.

Aquel sereno despertar empezaría la mas vil de las agonías, querer sin saber. Ese final de ocaso marcaba la fecha en que se empezó la guerra. Una épica serie de batallas se sucederían sin piedad ninguna. Aniquilación sin prisioneros. Solo podía quedar uno, que a lo peor fuese como ninguno, que te pudiese ver volar. Pelearon en estos campos hoy desolados, húmedos de sangre y densos por el humo de seres incendiados, aquellos que, honrando tus latidos, habían permanecido quietos y ya por siempre sujetos al mando de algún perdido.

Vos, inquieta por los temblores en debajo de tus pies, olvidaste sin rencores viejos aplausos. Pero tu ojo, ya lo había visto, vos en el fondo, habías visto el fragor de la cruentísima batalla. Pensando que quizás, era una imagen desquiciada venida de una imaginación ajena, la enmarcaste como si fuera recuerdo, y le diste la vuelta, para que cada vez que la vieses, recordaras lo que pretendías olvidar o simularas ser reina sangrienta a la vanguardia del ejercito negro, y así, divertirte en ese juego de roles fanáticos. Finalmente hubo paz y ni te enteraste. Sobrevivimos pocos, silenciosos y dispersos, ahora nos juntamos y diluimos solamente entre aquellos que están para dar aplausos. Y así poder verte sin temores, desde la multitud, y saber, que yo estuve ahí, en la guerra que peleamos todos por vos.

Fuentes: de una declaración jurada ante escribano real de SCZ encontrada (no se entiende) en fecha (tachado) por parte de (siglas)

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PARTE III

DECLARACION ESCRITA DE LA ACUSADA. DE ELLA Y SUS ACTOS

Estrado policial del El Borde

Última declaración escrita de la condenada desquiciada

Dijo llamarse Nemo

Léase, publíquese y archívese

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Debajo de mis pies mi puente

Volé, estoy segura que lo hice. no me siento sola, porque se surcar los cielos y mirar desde arriba cuando todos te admiran. puedo volar, lo se. un.. dos.. un ..dos. cada uno que se vaya muriendo en sus cabezas camino. voy dando saltos sobre las conciencias y de cuando en cuando bajo y los empujo. cuando caen, me da risa. porque caen y caen casi para siempre, envejecerán cayendo. y yo, desde mi cielo, los podré ver y reírme a mi antojo, mientras van cayendo y cayendo por ese precipicio casi infinito y sumamente oscuro, que bordea mi ciudad y que pasa debajo del puente sobre el cual me asiento invisible y los empujo al vacío cuando me da esa lastimosa gana... un dos... uno.. dos... ¡ a vos¡.

La primera vez fue como explotar, pero también era una explosión en los demás, todos hicimos un ¡cataplum¡ todos quedaron desalmados, menos yo, de alguna manera. más que los demás...estoy viva.. y después me agarré el pecho y empecé a toser y toser, un dolor horrible en el estomago, cólicos malditos. y después.. vomitar, arcada tras arcada, expulsando desde mi alma por el cuerpo, esa bruta densidad que no me dejaba alzar vuelo. que fetidez... cuanta timidez acumulada. ya sin censura ni represores, vomite un mundo de hombres tuertos.

Mucho después, pude matar. bueno, no es precisamente ¡matar¡ es solamente favorecer ese extraño choque y desliz...y OH.. fatal accidente. otro más para las estadísticas. cayó, cayendo envejeció, pero antes enloqueció. esa era su condena... por torpes conmigo, por no verme el corazón, si es lo único que muestro. no se ve mi rostro, ni mis pies, mis manos siempre tiemblan.

Por mi puente no pasa cualquiera, eso ya lo saben las estadísticas. después, como los transeúntes del barrio se volvieron miedosos, de pasar por mi puente se me ocurrió poner un teatro. las actrices eran un par de mariposas. yo hacia las voces de los diálogos y luces y dirección. era tan bonito, no me daban ganas ya de empujar a nadie. había aprendido a mostrar corazón con mariposas. pensarán que estoy desquiciada. me obligan a escribir. una y otra vez, lo mismo, o lo mismo más esto otro, o julano desaparecido, o las fotos y fotos.

Yo la verdad de todos esos que se accidentaron conmigo en mi puente, recuerdo sus caras pero en viejos, que fue la ultima vez que les ví, después de caer y caer, décadas. y yo mirando y riendo. yo no sé, pero creo, parece que llegaban a un punto del caer, en que sus gritos hacían ecos en las paredes de ese casi infinito precipicio y venían de tan debajo esos estruendos que salían como relámpagos del hoyo aquel, iluminando todo el pueblo y a mi hermoso puente, y asustando a la gente, que sentían en sus huesos el frío de un grito de agonía. pero ya yo sabía que eran sólo los pobres gritos de esos pobres torpes que no me veían. todos se cansan de gritar, al poco tiempo.

Me hacen escribir, me preguntan de una guerra que hubo. les digo y les repito que me pareció verla pero que no era mi problema. yo con mi puente ya tengo suficientes problemas. es extraño este lugar. dejan que con mis dedos escoja a mis verdugos, les sonrío con gracia de mujer y luego los alejo con rencor de bestia. pero sigo presa.

No me sueltan porque saben mi secreto, saben que con una mano atada, no puedo hacer alas y volar. ¿cómo se habrán enterado?, ¿será que alguien me vigilaba? y sé la verdad, y se las escribo: yo puedo volar, aunque nadie me haya visto.

Y no es cierto, que vivo escondida entre peceras de cristal y basureros, agrediendo sin motivo, privando a cualquiera de su vida antes del puente y al descuido llevándolos a otra vida debajo del puente. no es así. es verdad que sueño con ellos, con todos. y que ahí también los veo caer y envejecer. pero lo bueno de esos sueños es que no se escuchan gritos, sino que yo también caigo con ellos, y les digo, les permito, les doy la opción, que mientras caen y mueren, me cuenten de su vida antes del puente. que aprovechen para llorar y arrepentirse o reírse, que aprovechen esta última compañía que la vida les brinda y compartan lo que quieran. pero parece que mientras más cae uno, más rápido es el descenso y se van ahogando y les cuesta cada vez mas hablar conmigo de cosas bonitas. cosa rara en un sueño.

Me he vuelta una coleccionista de recuerdos. me gusta apostar. y les apuesto a esos pobres moribundos cayentes, que no llegarán vivos al fondo. esto en mis sueños claro, cuando converso con ellos. no siempre apuestan, algunos no se pueden creer estar en tamaña situación. no ver el fondo de una muerte sin remedio. asesina de ingenuos de paso, de ninguna manera. macabro deguste por la aflicción ajena, imposible.

Yo soy mujer que sabe lo que quiere, y cualquiera que pretenda acercarse a mí, que lo intente. a todos estos que cayeron, y caen todavía, seguramente, los mató su mirada indigna. eso cavo su tumba, el puente solito abrió bajo sus pies el camino al fondo final. fue el puente el que los empujó. ese choque conmigo, era nada mas mirarse. y ello bastaba para que su destino en ese mismo instante, se jugara entre la vida antes de mi puente y la vida debajo de mi puente.

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PARTE IV

PARTE ESCRITA Y LUEGO ORAL DEL MEDICO ASIGNADO. UN CASO GRAVE

Testigo 1.

El medico sin estocada final

Se encendió & prendió y con ella se perdió. Qué haría ahora?... ni idea, no lo sabe nadie. Se perdió, fue recorriendo y recorriendo por los desfiladeros de su espalda esos caminos hasta caerse. Y no supo nunca adonde terminaba esa ruta, ese pozo sin fin. Mejor así. Más allá. Tras la cicatriz, se abría la tierra y daba testimonio al parto revuelto. Allá, más allá quizás. Se sabia de esa fábula suave, blanca como la luna, a veces espinosa como quien crece. Ese personaje de cuento que apunta certera e inflinge estocada fatal. Allá, decíamos, donde se encuentra todo lo del otro lado, está ella, de quién éste quedó prendido y ahora, hemos de separar, sin que se muera en el intento el pobre diablo.

Lo entiendo, Casi me sucedió lo peor, quedar sin alma, prendido a su dulzura. Cuando vi su foto difusa y su sombra en lo verde, supe de quien se trataba, era la misma. Primero no lo entendí, pasé de lado y me juré volver y ojala encontrarla después, a la vuelta. Desidia, santa negligencia que me salvó. Me pesaba la posibilidad de que mi memoria no recordase como llegar a su lado, o que ella olvidase nuestro encuentro, que fue solo mirarnos, que era lo más probable.

La miré de lejos, pasar, bailar, estar quieta, mirar de reojo. Y por suerte… se fue. No se bien como. Estaba ahí, como en parque infantil con niños alrededor, jugando, y después, juraría que cruzó las manos como mariposa y voló. Me informan que posee un puente, esta mujer.

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PARTE V

MEMORIA DEL JUICIO FINAL. MUERTE DEL JUEZ

Ultima Parte

El juicio

De mañana despertó y a rastras casi, lo llevaron como testigo, unos tipos bien brutos me reclamó luego. Poco juicio le quedaba. Lo había perdido casi todo, así, de un rato a otro. ¿Cómo tener fé, de esa manera? - Se preguntaba a cada rato – Me miraba dijo, y decía que había entendido que, puede suceder algo, cualquier cosa, y el delicado balance de la vida, parece romperse, salirse de ese precario equilibrio, de suponerse feliz.

Ahora, a medio día, ahí estaba, sentado, entre unos cuantos. El lugar era frío y húmedo. Estaban en una cueva subterránea, era cuadrada, cavada en la piedra muy por debajo del famoso y temido Ministerio del Interior del Borde. Siempre salían almas en pena de ahí, de ahí del fondo de ese edificio. Presentes estaban el Juez, el escriba, el acusador, la acusada y su defensor, y tres testigos.

El Juez habló primero. Planteó la posibilidad de que la desdichada acusada, no tuviese alma. Por lo tanto, no había razón en ella. Nada más la gobernaban sus animales instintos asesinos y que por ello, no pertenecía al mundo, sino quizás, a tierras lejanas y desconocidas. No procedía un juicio, que tal elemento de carne, sin ser, parecido a una mujer. Podía ser que en realidad fuese una especie de bruja voladora, que con demoníacos encantos de mariposas, alzaba vuelo. Cosa espantosa y ajena a la normalidad del vecindario. No, según este Juez, un juicio no era el procedimiento adecuado. Si se insiste en ello, recomendó, debía primera la acusada, esta “desquiciada” – dijo – sencillamente debía permanecer bajo tortura y observación indefinida, para ver cómo evoluciona. Añadió que, sabido es que solamente con el martirio de su carne animal, podría aspirar al perdón. Éste fue su proceder y así termino sus palabras. No dijo más hasta que hubo de leer el veredicto final, al terminar la ultima frase, hizo un último suspiro y murió en el acto. No pudo ver el último vuelo de la acusada hacia su libertad de los hombres tuertos que gobernaban las cuevas de El Borde. Voló por las tristes pasillos subiendo, hasta salir cantando y contenta del aire fresco que la envolvía.

Dice la inexorable Ley, que en estas fechas todos los presentes, salvo el Juez, votan en secreto ejerciendo función de Jurado. Así pues, luego de hablar el Juez, que el un testigo leyese su declaración, luego la acusada empuñase unos versos en su defensa y los interpretara de memoria, como actriz veterana, y después, otro testigo de manos temblorosas, también diese lectura a su papel; ambos abogados, defensor y acusador, convocaron a la votación. Pues acá, de los abogados esa es su función principal, acompañar a las partes, convocar a votación y votar. El que escribe y registra lo acaecido, también votó. Sabemos que su actuación fue fundamental para la liberación de la ser - sujeta, que ya habíamos proclamado mujer. Pues claro, todos al verla declamar con maestría su propia defensa, no pudimos menos que quererla con dulzura y hacer lo posible, por no traicionar a tamaña beldad de criatura.

Si era cierto lo del puente, improbable. Las pruebas apuntan más bien, en otra dirección...SUICIDAS QUIZÁS. Para más detalles, pida en Archivos el dossier correspondiente, que ya corresponde a otro caso.

Estos sucesos, así fueron entendidos y redactados por el Escriba Real. Quien manda y otorga en los archivos seculares de la Ecumene.

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Obrita dedicada a Paola Ríos Ahenke, y escrita por Emir Iskenderian Aguilera

Dicho así, con nombre y apellido, como se tratan los amigos y amantes en estos días de Fé

Enero 2009

BCN/SCZ

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